domingo, 13 de junio de 2010

Farmington Drive

A través del vidrio condensado por el frío mira manchas de paisaje en movimiento que comienzan a aclararse paulatinamente, mientras una voz pregrabada indica que el subway ha llegado a la última estación. Una vez en la acera, el joven protagonista de este relato piensa en lo excesivamente perfecto que es todo, casi al punto de irritar: el concreto gris del highway se extiende por kilómetros sin un solo hueco, a diferencia de su ciudad natal. Casi nadie camina por la acera... y quien lo hace es porque su carro no puede entrar hasta la tienda. Cruza la calle de seis carriles y se adentra en un Farmington Drive teñido de rojo y naranja por los árboles caducifolios.

Las casas y los front yards permanecen en vigilia contínua, guardando un silencio senil. El joven camina, mente en blanco, hasta que un ladrido canino irrumpe el plano sonoro. Levanta la mirada hacia el lado opuesto de la calle y divisa al can. Con una correa de por medio, mira a una joven de gabardina a quien él

mira por unos segundos... por un rato

¿por cuánto tiempo?

la mira un momento

¿?

o mejor dicho, dos momentos

vuelveensíysedacuentaquehallegadoasudestinoyquelajovendesaparecelentaorápidamentedetrasdelaesquinaconsuperro.

Nunca cruza por su mente que años después, va a encontrarse de nuevo con esa mujer a la cual vio ese día de otoño, en esa calle de Alexandria, a esa hora del día, a miles de kilómetros de casa.

Pero eso es otra historia...



'La ficción es más real de lo que aparenta'

1 comentario:

dS dijo...
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